sábado, 5 de noviembre de 2011

¿De qué va la mafia?

Influidos por la imagen a veces romántica y a veces novelesca que proyecta el cine, el público ha perdido de vista el verdadero rostro de la mafia. ¿De qué va la mafia? ¿Por qué existe? La respuesta es simple y consiste en dos palabras: “ganar dinero”.

La mafia es una organización clandestina fuertemente jerarquizada que se rige mediante unas reglas sencillas. Sus miembros nunca se refieren a ella como “mafia”, si acaso como “familia”. Y los que son admitidos tras un ceremonial particular del que hablaré en otro momento, lo hacen única y exclusivamente para traer dinero a la familia pagando un porcentaje a los jefes.

En la época de oro de la mafia estadounidense, entre mediados de los años 20 y principios de los 60 del siglo pasado, los miembros de la cosa nostra diseñaban los métodos más variopintos para conseguir dinero. Y a juzgar por los negocios que algunos pusieron en marcha hay que reconocerles un talento especial. Donde una persona normal veía un simple plátano, un buen mafioso veía una oportunidad única de conseguir pasta.
Ganar dinero es el objetivo de cualquier empresario, pero el miembro de la cosa nostra se diferencia del empresario tradicional en que no tiene por qué cumplir las leyes. De hecho, con frecuencia no lo hace. Personalmente, lo que más me llama la atención de esta gente es la creatividad con la que algunos consiguen el dinero.

Hay medios tradicionales y sobradamente conocidos, como la extorsión callejera. Esto consiste básicamente en ir al propietario de un establecimiento comercial y exigirle el pago de una “tasa de protección”. Este procedimiento ha aparecido en numerosas películas y con los años ha dado mucho dinero a la mafia, pero no parece particularmente ingenioso. Hace poco un mafioso arrepentido llamado Michael Franzese desveló un fraude con el que consiguió ganar millones de dólares en poquísimo tiempo. Y nunca consiguieron atraparlo.

El sistema tampoco era arriesgado y se aprovechaba de la ineficiencia del gobierno estadounidense para cobrar los impuestos de la gasolina a las estaciones de servicio. A principios de los 80 Franzese pertenecía a la familia Colombo, una de las cinco familias legendarias de Nueva York. En aquella época se debían pagar unos 35 céntimos de dólar por cada 4 litros de gasolina vendidos. Michael Franzese no lo pagaba. Trimestralmente el gobierno controlaba los ingresos y cuando veía que faltaba el pago del impuesto por parte de alguna empresa le enviaba una carta. El procedimiento de las cartas, avisos y amenazas de la administración duraba unos 10 mees. Mientras tanto la caja registradora de Franzese no dejaba de funcionar. Al cabo de un año de retraso en el pago de impuestos, el gobierno enviaba a unos agentes a auditar la estación de servicio, pero para entonces Franzese ya había cerrado el negocio y se había embolsado el dinero de los impuestos. El mafioso abría entonces otra estación de servicio en otro lugar con la licencia a nombre de otro de sus amigos y empezaba nuevamente el ciclo. Lo hizo durante unos 7 años, en los que llegó a defraudar entre 8 y 10 millones de dólares por semana. No es difícil de imaginar lo contentos que estarían los jefes de la familia Colombo cuando cada semana Franzese les entregaba su porcentaje de las ganancias.

En otras entradas en este blog iré explicando otros sistemas de ganar dinero así como historias verídicas de las familias mafiosas.

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